La danza rebelde que nos dio identidad

La clase alta mexicana bailaba danzas europeas como el bolero y el fandango; diversas compañías de danza y teatro como los Sonecillos de mi Tierra llevaron el jarabe gitano a distintas partes de la Nueva España y tuvieron mucho éxito entre los indígenas y mestizos. Sin embargo, el pueblo se divertía con su propia versión de los “zapateados españoles”, donde se mezclaban danzas indígenas, en las que las mujeres generalmente no participaban. En cuanto a la Iglesia y el gobierno, este baile no fue bien recibido; incluso llegaron a prohibirlo por creerlo ofensivo a la moral lo cual causó que el jarabe tapatío se convirtiera en un motivo de libertad. La Independencia de México en 1821 trajo un nuevo sentido de la conciencia cultural y le dio mayor popularidad a este jarabe al convertirlo en un símbolo de identidad mexicana, como un acto de rebeldía y desafío ante la autoridad colonial. Antiguamente se ejecutaba sobre una tabla de madera puesta en un amplio hoyo hecho sobre la tierra, también era común que se baila