La historia de “Live is life”

“Live is life” es uno de esos clásicos que inyectan energía de inmediato. El efecto se produce apenas suenan los primeros golpes de la batería de Günter Grasmuck, crece cuando entra la guitarra electroacústica con ritmo entrecortado de Ewald Pfleger y se completa con los aplausos y el canto mántrico del “na-na-na-na-na”. Basta con escuchar 24 segundos para que uno se levante de la silla. Para cuando el cantante Herwig Rüdisser grita “¡todos juntos!”, uno ya se introdujo en el viaje eufórico del mayor éxito de los austríacos Opus. Así, ese tema de 1985 es inoxidable. Mantiene su presencia en la radio, suena cada vez que alguien quiere animar una fiesta y si llega a aparecer durante algún viaje en taxi, es probable que uno termine haciendo un tímido dueto con el conductor. La experiencia de “Live is life” se completa con un videoclip ochentero que muestra al cantante de bigotes y pelo enrulado lanzando varias piruetas antes de cantar. Mientras tanto, unas 4 mil personas corean esa frase tan pegadiza como memor