Con La terminal (2004) Steven Spielberg nos trae una gran historia sobre el uso de la libertad y del tiempo que incluye una atinada descripción de los modelos de relación y comportamiento que predominan en las sociedades occidentales. La terminal es una reedición contemporánea de Los Viajes de Gulliver o, en versión más castiza, de las Cartas marruecas. La trama gira alrededor de un inoportuno. El protagonista, Viktor Navorski, llega a Estados Unidos en muy mal momento. Mientras su avión sobrevolaba Europa y el Atlántico desde las lejanas montañas del este, un golpe de estado ha borrado a su país del panorama internacional, lo que le convierte en un apátrida o, como él mismo dice al describirse ante los guardias fronterizos, como un “inaceptable”. En consecuencia no puede avanzar los pocos metros que le separan de Nueva York, pero las autoridades tampoco le permiten regresar al requisarle su billete de vuelta y su pasaporte. Queda así atrapado en la terminal internacional de tránsitos del aeropuerto John Fit
La terminal
Con La terminal (2004) Steven Spielberg nos trae una gran historia sobre el uso de la libertad y del tiempo que incluye una atinada descripción de los modelos de relación y comportamiento que predominan en las sociedades occidentales. La terminal es una reedición contemporánea de Los Viajes de Gulliver o, en versión más castiza, de las Cartas marruecas. La trama gira alrededor de un inoportuno. El protagonista, Viktor Navorski, llega a Estados Unidos en muy mal momento. Mientras su avión sobrevolaba Europa y el Atlántico desde las lejanas montañas del este, un golpe de estado ha borrado a su país del panorama internacional, lo que le convierte en un apátrida o, como él mismo dice al describirse ante los guardias fronterizos, como un “inaceptable”. En consecuencia no puede avanzar los pocos metros que le separan de Nueva York, pero las autoridades tampoco le permiten regresar al requisarle su billete de vuelta y su pasaporte. Queda así atrapado en la terminal internacional de tránsitos del aeropuerto John Fit