La urbe, el cuerpo y la reinvención de lo cotidiano

Una de las definiciones más conocidas de la fotografía consiste en que es el rastro de algo que permaneció frente a la cámara. Se trata, por lo tanto, de una huella y, posteriormente, de una representación proveniente de la mediación con la luz y con otras materias sensibles que conlleva procedimientos de tipo técnico-racional y otros más de orden subjetivo, ya sea que se trate, salvando las respectivas diferencias, del formato analógico o digital. Pero de lo que no tenemos certeza plena —pues es ahí donde se fragua la relación entre arte y tecnología— es de cómo se produce ese instante alquímico donde la realidad cede paso al universo de las formas simbólicas, para ratificar el vínculo con el exterior a través de un lenguaje arraigado mayormente en la objetividad, como en el caso del fotoperiodismo o del documental, para erosionarlo a través de una ficción, o bien para intensificar su condición artística a través de una reverberación simbólica. Pero es precisamente en ese umbral de incertidumbre donde la f