En 1975, la imagen de una mujer joven con una camiseta ceñida y un mensaje provocador causó revuelo en una sociedad que empezaba a leer el cuerpo femenino como territorio de disputa. Leticia Perdigón, formaba parte de una rebelión global que, desde el cine, la música y la calle cuestionaba el orden moral. Era la época de la segunda ola feminista, de Kate Millett y Germaine Greer, y de un cine mundial que empezaba a empoderar el cuerpo femenino, con figuras como Jane Fonda al centro de esa transformación. En ese contexto, la imagen de Leticia Perdigón se rebelaba contra el status quo, aunque ella misma reconoce que, a sus poco más de 20 años, no tenía una intención ideológica tan clara. “Mojé la camiseta para que se me pegara, pero no con la idea de provocar un escándalo, sino para promover la película”, confiesa la actriz. Una trotamundos Hoy, su carrera, que ha atravesado cine de autor, cine comercial, telenovelas y teatro, da cuenta de algo más que una imagen. Pero no son pocos quienes, sin importar la gene
Leticia Perdigón no es un algodoncito
En 1975, la imagen de una mujer joven con una camiseta ceñida y un mensaje provocador causó revuelo en una sociedad que empezaba a leer el cuerpo femenino como territorio de disputa. Leticia Perdigón, formaba parte de una rebelión global que, desde el cine, la música y la calle cuestionaba el orden moral. Era la época de la segunda ola feminista, de Kate Millett y Germaine Greer, y de un cine mundial que empezaba a empoderar el cuerpo femenino, con figuras como Jane Fonda al centro de esa transformación. En ese contexto, la imagen de Leticia Perdigón se rebelaba contra el status quo, aunque ella misma reconoce que, a sus poco más de 20 años, no tenía una intención ideológica tan clara. “Mojé la camiseta para que se me pegara, pero no con la idea de provocar un escándalo, sino para promover la película”, confiesa la actriz. Una trotamundos Hoy, su carrera, que ha atravesado cine de autor, cine comercial, telenovelas y teatro, da cuenta de algo más que una imagen. Pero no son pocos quienes, sin importar la gene