Lo restos del día

Mister John Farraday se dispone a viajar a su país, los Estados Unidos, y le sugiere a su mayordomo, Stevens, que, durante su ausencia, podría coger su Ford y pasar unos días fuera, en lugar de quedarse encerrado en la mansión de Darlington Hall, que mister Farraday adquirió tras la muerte de Lord Darlington, anterior patrón de Stevens. Ahora, tras la transacción, la servidumbre la componen cuatro personas, muy pocas para tanto trabajo. Ante la posibilidad de contratar a una persona más, Stevens decide hacer el viaje y visitar a miss Kenton, a la cual cree, debido a una carta, deseosa de volver a la mansión, en la cual trabajó como ama de llaves antes de casarse, y que ahora vive separada. Emprende, pues, el viaje, admirando el paisaje inglés, al tiempo que expone consideraciones sobre su profesión, recuerda a su padre, también mayordomo, y rememora el tiempo en que miss Kenton trabajaba en Darlington Hall. Por aquel entonces, se celebró en esta mansión una reunión extraoficial de personalidades influyentes