El mono es un cuento escrito por Stephen King y publicado hace más de 40 años. En su versión cinematográfica se verán muertes con diversos medios, que van desde un arpa hasta una estampida de caballos, todas capturadas por el ojo de un creativo mexicano. Nico Aguilar, responsable del look visual de Pedro Páramo y Chupa, es ahora el director de fotografía de la cinta que recrea la historia del mono cuyos platillos, cada vez que suenan, marcan el fin de la vida de alguien. El nacido en la Ciudad de México, pero que lleva más de una década radicando en Estados Unidos, representa la sangre joven del ramillete de cinefotógrafos que este siglo asaltaron Hollywood, como Emmanuel “El Chivo” Lubezki y Guillermo Navarro, ganadores del Óscar, así como Rodrigo Prieto, nominado a la estatuilla de la Academia. “‘El mono’ es ansiedad, un miedo, pérdida, pero también de cosas universales, es una historia de papás en relación con Dios, con el pasado”, explica Aguilar. “La historia no siempre necesita oscuridad, aunque sí hay
Mexicano detrás de la maldad de El mono
El mono es un cuento escrito por Stephen King y publicado hace más de 40 años. En su versión cinematográfica se verán muertes con diversos medios, que van desde un arpa hasta una estampida de caballos, todas capturadas por el ojo de un creativo mexicano. Nico Aguilar, responsable del look visual de Pedro Páramo y Chupa, es ahora el director de fotografía de la cinta que recrea la historia del mono cuyos platillos, cada vez que suenan, marcan el fin de la vida de alguien. El nacido en la Ciudad de México, pero que lleva más de una década radicando en Estados Unidos, representa la sangre joven del ramillete de cinefotógrafos que este siglo asaltaron Hollywood, como Emmanuel “El Chivo” Lubezki y Guillermo Navarro, ganadores del Óscar, así como Rodrigo Prieto, nominado a la estatuilla de la Academia. “‘El mono’ es ansiedad, un miedo, pérdida, pero también de cosas universales, es una historia de papás en relación con Dios, con el pasado”, explica Aguilar. “La historia no siempre necesita oscuridad, aunque sí hay