Pinocho, una película de Guillermo del Toro

Se trata de una versión única del clásico cuento de hadas, con el estilo sombrío del director de El laberinto del fauno y La forma del agua que se hace evidente desde la sonrisa esculpida y chirriante de la marioneta. Sin embargo, hay algo en la película que puede resultar vagamente familiar. Por supuesto, el original de Disney de 1940 con el titiritero Geppetto y el narrador Pepito Grillo viene a la mente. Para la realización de su primer largometraje animado, dirigido en mancuerna con Mark Gustafson, Del Toro tergiversa la moraleja del cuento tradicional de Pinocho donde, al final del día, un niño “de verdad” es aquel que obedece y se porta bien. Semejante idea es tomada por el cineasta tapatío cual pedazo de tronco que, con ferocidad, empieza a cortar, tallar y moldear a su antojo. Que esta iteración de Geppetto fabrique la marioneta a través de la ira, el dolor y la brutalidad (¡magnífica secuencia!) es gran indicador de cómo el ganador del Óscar opta por desviarse de cualquier escenario de pureza y san