The Truman Show

Un canto a la vida y una crítica sin cuartel al poder de la televisión y la lucha por las audiencias, pero sobre todo un retrato del ser humano con todo lo bueno y lo malo que tenemos, que es mucho. En el momento en que se estrenó El Show de Truman, había fronteras que la televisión no se había atrevido a cruzar, límites que no se había atrevido a transgredir, como la presencia de programas como Gran Hermano, formato que, ya desde su propio título, homenajeaba sin ningún pudor a la excelente distopía de Orwell, 1984. El Show de Truman, en realidad, es una película sobre el programa de televisión homónimo. De hecho, su metraje no comienza con los títulos de crédito habituales (que aparecerán al final), sino con la cabecera del programa, en la que comprobamos que todos los habitantes de Seaheaven, excepto Truman Burbank (Jim Carrey), son actores que se mueven en un plató gigante, una especie de ciudad ideal, utópica. Como afirma Christof (Ed Harris), el gurú de la televisión que ha creado el programa, todo es