Una lupa sobre la vida cotidiana

Una playa artificial, instalada en el patio de la Casa de Cultura de Guanajuato, es el escenario donde alrededor de 30 personas, entre intérpretes y cantantes, dan vida al performance ópera lituano Sun & Sea, que ganó el León de Oro en la 58º Bienal de Venecia. Desde cuatro ángulos, en los andadores del primer piso, el público observa a los performers que tienen prohibido ver al público. Y bajo la luz caliente de una serie de paneles, equipados con toallas, lentes oscuros, bicicletas y protector solar, encarnan al grupo de bañistas y llevan a escena una imitación, un simulacro de la vida cotidiana. Como en un contrapunto, mientras toman fotos, se ponen bloqueador o juegan ajedrez —alguien lee, incluso, Como agua para chocolate, de Laura Esquivel— cargan sus pequeños dramas individuales. Una mujer, por ejemplo, canta la historia de su esposo, un nadador experto que se ahogó en aguas profundas; algo que nadie puede creer. Otro sufre por ser mal visto ante sus compañeros de trabajo —su coro reza: agotamiento, a