La Talitha Kun es una organización de monjas que, de manera clandestina, lucha para poner fin a la trata de personas, sobre todo de menores de edad, en todo el mundo. Durante varios años, hubo religiosas que trabajaron bajo las sombras hasta que, en 2009, fueron integradas a este grupo creado por la Unión Internacional de Superiores Generalas (UISG), estableciendo su sede en Roma. Tomando como base esto, el cineasta de formación católica Rubén Islas imaginó una historia que se desarrolla dentro de un orfanato, en donde una monja lucha por conseguir cuidados adoptivos para niños, al tiempo que enfrenta secretos oscuros de la comunidad. De ahí nació Voto final (Final vow), película que ha interesado en mercados de España, Italia, Alemania, EU y México, donde espera fecha de lanzamiento oficial. “Estudié siempre en escuelas privadas religiosas de Estados Unidos y todo el día estaba rodeado de monjas. Un día tuve un sueño donde vi a Christina Urias (‘Divorce bait’) como monja, le llamé y nos reímos, pero comencé
Voto final se inspira en lucha contra la trata
La Talitha Kun es una organización de monjas que, de manera clandestina, lucha para poner fin a la trata de personas, sobre todo de menores de edad, en todo el mundo. Durante varios años, hubo religiosas que trabajaron bajo las sombras hasta que, en 2009, fueron integradas a este grupo creado por la Unión Internacional de Superiores Generalas (UISG), estableciendo su sede en Roma. Tomando como base esto, el cineasta de formación católica Rubén Islas imaginó una historia que se desarrolla dentro de un orfanato, en donde una monja lucha por conseguir cuidados adoptivos para niños, al tiempo que enfrenta secretos oscuros de la comunidad. De ahí nació Voto final (Final vow), película que ha interesado en mercados de España, Italia, Alemania, EU y México, donde espera fecha de lanzamiento oficial. “Estudié siempre en escuelas privadas religiosas de Estados Unidos y todo el día estaba rodeado de monjas. Un día tuve un sueño donde vi a Christina Urias (‘Divorce bait’) como monja, le llamé y nos reímos, pero comencé