A la francesa

Un manojo de lecciones nos deja la reciente elección presidencial francesa. La más evidente es que el más improbable contendiente puede ganar, pues hace tan solo cuatro años, Macron era un aspirante que no figuraba en el mapa político. No obstante, apoyado en un gran olfato político, una aguda visión estratégica y una notable determinación, supo ascender rápidamente en el conocimiento popular mediante atrevidas, pero exitosas decisiones, que lo llevaron a distanciarse del gobierno saliente, del que formó parte, y a irse abriendo paso entre los partidos existentes a través del movimiento independiente “¡En marcha!”, para sacar provecho del descrédito de la clase gobernante en la sociedad francesa. Desvela también que un candidato sin una carrera política de largo aliento puede rápidamente llamar la atención del electorado y, en contraste, que quien ya tiene experiencia en este tipo de contiendas, no necesariamente lleva una ventaja insuperable. En efecto, Marine Le Pen compitió por la presidencia francesa por