A pesar de todo, llegaron

Parece que se adelantaron. No llevamos registro de cuándo vimos la primera el año pasado. Depende de nuestra mirada, el rumbo de la ciudad o la cercanía a la que sea más nuestra. Llegaron y vuelven a insistir, con su presencia, que la vida sigue y seguirá. La esperanza persiste, a pesar de todo y de tanto. Las jacarandas. Hace un año acompañaron a la enorme marcha de las mujeres imitando el color de sus pañoletas. Caminaban con legítimo coraje y las acompañaron con la voz de sus colores. Era 8 de marzo. El 9, lunes, ocurrió el paro. Cimbraron todo. El caudal del provenir visto con su mirada, se topó con un dique invisible más fuerte que el concreto: el bicho que ha matado en demasía, que en el retorno a las casas propició en no pocos casos un retroceso porque las estructuras de la desigualdad son muy sólidas (aunque estén cuarteadas), y al virus de la pandemia se entretejió la epidemia de la sobrecarga de labores y afrentas – madres, maestras, cuidadoras, aisladas y sujetas con más amarres a la maldita viole