Agua para todos: el límite físico de México

El dato que debería estremecer a cualquier gobierno es éste: siete de cada diez hogares en México no reciben agua de manera continua. No se trata de sequías temporales ni de fallas aisladas sino de una interrupción cotidiana del servicio más básico para la vida. A ello se suma que 4.5 millones de personas ni siquiera cuentan con agua entubada, mientras la mitad de la infraestructura hidráulica del país ya agotó su vida útil. Esa es la dimensión real de la crisis: México no enfrenta un problema hídrico, sino una amenaza a su viabilidad física. Las tuberías urbanas pierden entre 35 % y 40 % del agua potable por fugas. De las tres mil 440 plantas municipales de tratamiento, solo 65 % operan, y apenas cinco por ciento del agua utilizada es tratada o reutilizada. El país descarga, pierde y desperdicia más agua de la que es capaz de suministrar. El deterioro no es casual: la infraestructura se vino abajo al mismo ritmo que la inversión pública. Entre 2018 y 2026, el presupuesto de Conagua cayó más de siete por cie