Miles de guatemaltecos encabezados por el presidente electo, Bernardo Arévalo, marcharon el jueves en la capital contra la corrupción y para exigir la renuncia de la fiscal general, Consuelo Porras, que lleva adelante una ofensiva contra él. “Hoy marchamos en unidad por este país que va a florecer a pesar de los corruptos”, afirmó el político socialdemócrata de 65 años, bajo acoso judicial por supuestas anomalías en la inscripción de su partido Semilla en 2017 y por apoyar la ocupación de una universidad estatal en 2022. La “Marcha por la democracia” recorrió calles del centro histórico y pasó frente a las sedes del Congreso, la Corte Suprema y Corte de Constitucionalidad, donde los manifestantes, convocados por organizaciones civiles y grupos indígenas, gritaron “fuera corruptos”. Arévalo aseguró que las autoridades “han traicionado” al pueblo, porque “nos han dividido para establecer regímenes que sólo sirven a unos pocos y que marginan y discriminan a todos”. “Esa democracia débil y frágil que hemos tenido
Arévalo encabeza marcha contra la corrupción
Miles de guatemaltecos encabezados por el presidente electo, Bernardo Arévalo, marcharon el jueves en la capital contra la corrupción y para exigir la renuncia de la fiscal general, Consuelo Porras, que lleva adelante una ofensiva contra él. “Hoy marchamos en unidad por este país que va a florecer a pesar de los corruptos”, afirmó el político socialdemócrata de 65 años, bajo acoso judicial por supuestas anomalías en la inscripción de su partido Semilla en 2017 y por apoyar la ocupación de una universidad estatal en 2022. La “Marcha por la democracia” recorrió calles del centro histórico y pasó frente a las sedes del Congreso, la Corte Suprema y Corte de Constitucionalidad, donde los manifestantes, convocados por organizaciones civiles y grupos indígenas, gritaron “fuera corruptos”. Arévalo aseguró que las autoridades “han traicionado” al pueblo, porque “nos han dividido para establecer regímenes que sólo sirven a unos pocos y que marginan y discriminan a todos”. “Esa democracia débil y frágil que hemos tenido