Balseros, transportadores de esperanzas

Le dicen “el Pichi”, pero se llama Ulises y transporta sueños, personas que atraviesan el río Suchiate y todo lo que haya que mover por las aguas cambiantes de este afluente; tiene menos de 30 años y cambió su escritorio y oficina por una balsa. Es licenciado en administración de empresas y el título está colgado en algún lugar de su casa, pues gana más aquí que tramitando créditos en el banco en el que trabajaba; al final siguió los pasos de su padre, que desde siempre se dedicó a transportar personas por el Suchiate y le heredó la plaza de dueño de turno. Con los ojos puestos en las aguas del río explicó que no le rinde cuentas a nadie. Puede ir y venir en este trabajo para ver a sus tres hijos y esposa a la hora que sea. Su trabajo de balsero le permite atender sus asuntos familiares y disfrutar de los vaivenes del río, a diferencia de los horarios de trabajo de oficina, que eran estrictos de nueve de la mañana a nueve de la noche. El padre fue quien heredó a Ulises la tradición de balsero, que se negaba a