Bordadoras están indefensas contra el plagio de sus diseños

Han pasado seis años desde que la maestra artesana Natividad García Silva, junto con su esposo y familia, comenzó un pequeño negocio textil desde Victoria Guadalupe, un pueblo de apenas unas cuantas familias localizado a siete horas de la capital oaxaqueña y a unos minutos de la cabecera municipal de San Pablo Tijaltepec, municipio de la Mixteca de Oaxaca. Ahora, más de 25 vecinas artesanas les entregan sus bordados, mismos que se utilizan en vestidos y blusas que venden en la región y fuera de Tijaltepec. Todos los días las mujeres dibujan con hilos de colores y una aguja distintos animales sagrados —como el venado— sobre su indumentaria, como una forma de expresar parte de su identidad. Gracias a emprendimientos como el de Natividad, en los últimos años sus bordados también se han vuelto parte importante del sostén económico de las familias. Pero en su lucha por el reconocimiento y la generación de empleo, las artesanas se han visto afectadas por diferentes factores, entre ellos plagios, intermediarios y pa