¿Cómo recuperar el control del gasto público?

Desde que los mexicanos pagamos directamente una mayor proporción del gasto público con nuestros impuestos, los ciudadanos empezamos a preocuparnos más en qué se gasta, para qué se gasta y qué logran los egresos públicos. La reforma fiscal de 2013 y las caídas del precio del petróleo y de la plataforma de producción de hidrocarburos cambiaron radicalmente el financiamiento del gasto público. Duele pagar impuestos federales más que antes porque hoy pagamos más, y porque los escándalos de corrupción y abusos de ciertos funcionarios públicos, al permanecer impunes, lastiman. El incremento de los ingresos tributarios como porcentaje del total de ingresos vuelve a la hacienda pública mucho más sólida, pues son ingresos recurrentes. Se deja de depender de ingresos volátiles no recurrentes. Sin embargo, lo que debilita a la hacienda pública ha sido el fuerte incremento en el gasto público, después de 2003, destinado a políticas estériles. Las dádivas disfrazadas en “programas sociales” carecen de población objetivo