Cuando el marketing se comió a la propuesta

¿A qué presta atención usted cuando conoce a un candidato o candidata?. ¿Observa su atuendo? ¿Le impacta su sonrisa? ¿Disfruta sus fotografías con cuánta gente se le cruza? ¿Analiza sus propuestas? Se está en periodo electoral y es habitual ver las redes sociales repletas de propaganda política. En ello hay algo que inquieta: el culto a la superficialidad. Una especie de homo videns que, como señaló Sartori, destrona a la palabra por la imagen. La parafernalia televisiva alrededor de la candidatura en 2012, el teatro de Samuel García y Carlos Mayorga o la ridiculez de Ricardo Anaya, ejemplifican el vacío de la acción política como vehículo para la transformación democrática. Con este antecedente, no sorprende que sólo 52.7% de la población de 15 años y más que sabe o ha escuchado qué es la democracia, se siente satisfecha con la misma. Tampoco asombra que 76% tenga poca o nada de confianza en los partidos o que seis de cada 10 mexicanos no confíen lo suficiente en sus gobiernos estatales y municipales, según