La muerte de un papa siempre sacude algo más que las estructuras de la Iglesia. Con Francisco, la conmoción no es únicamente religiosa. Será histórica, cultural y política, porque no se está tan solo ante la partida del pontífice número 266, sino frente al silencio repentino de una de las pocas voces con autoridad moral universal en un tiempo donde el cinismo parece haber adquirido carta de naturalización y donde la ética se ve como un estorbo frente al pragmatismo del poder. Francisco fue una anomalía providencial. En un mundo adormecido por la inmediatez, logró hablar de pobreza sin caer en la demagogia, de poder sin arrogancia y de compasión sin paternalismo. Puso en jaque a la curia vaticana. Expuso las hipocresías de la propia Iglesia y se acercó a los límites con una sencillez que no era táctica ni retórica, sino convicción nacida del contacto directo con el dolor y la esperanza de los pueblos. Su pontificado no fue continuidad litúrgica, sino una disrupción pastoral que incomodó tanto a los guardiane
Cuando muere una conciencia del mundo
La muerte de un papa siempre sacude algo más que las estructuras de la Iglesia. Con Francisco, la conmoción no es únicamente religiosa. Será histórica, cultural y política, porque no se está tan solo ante la partida del pontífice número 266, sino frente al silencio repentino de una de las pocas voces con autoridad moral universal en un tiempo donde el cinismo parece haber adquirido carta de naturalización y donde la ética se ve como un estorbo frente al pragmatismo del poder. Francisco fue una anomalía providencial. En un mundo adormecido por la inmediatez, logró hablar de pobreza sin caer en la demagogia, de poder sin arrogancia y de compasión sin paternalismo. Puso en jaque a la curia vaticana. Expuso las hipocresías de la propia Iglesia y se acercó a los límites con una sencillez que no era táctica ni retórica, sino convicción nacida del contacto directo con el dolor y la esperanza de los pueblos. Su pontificado no fue continuidad litúrgica, sino una disrupción pastoral que incomodó tanto a los guardiane