Culiacán: la historia que se abre paso

La espesa salsa de contradicciones en las que han incurrido actores centrales del gobierno sobre la crisis en Culiacán, con el arresto y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, lleva a la convicción de que la verdad pertenece a lo que no puede confesarse. Es necesario dirigir la atención sobre la agencia antidrogas norteamericana, la DEA, que según testimonios fiables, colocó a dos de sus agentes en el operativo del arresto del hijo de Joaquín “Chapo” Guzmán, e intentó oponerse a que regresara a las calles. Tampoco se puede soslayar el equilibrio que sostiene al “Cártel de Sinaloa” junto con su cabecilla Ismael “Mayo” Zambada García y sus herederos naturales, los llamados “Chapitos”. Zambada se ha presentado ante los últimos tres gobiernos como un personaje con el que se puede negociar una reducción de la violencia… siempre y cuando el negocio de las drogas siga siendo próspero. El “Cártel de Sinaloa” nutrió por décadas de operadores a las principales bandas del país, incluso una de sus escisiones fundó