Cumbre Trump-Kim Jong-un: ¿fracaso total?

Trump necesitaba una victoria política que no llegó. La mayor parte de los titulares hablan de la cumbre bilateral entre EU y Corea del Norte en Hanói como un fracaso. Hace unos meses, tras la cumbre de Singapur, pasaba algo similar pero al revés, una especie de éxito absoluto. Y es verdad que las expectativas que había ante la reunión de Hanói no se cumplen. Pero eso no significa que haber transitado de una espiral conflictiva entre Washington y Pyongyang, a un proceso de diálogo y conversaciones, sea un logro menor. Por consiguiente, hoy más que nunca, es indispensable efectuar un balance frío. Quizás hay que empezar por comprender qué es lo que lleva a Kim en 2018 a mostrar signos de distensión y a sentarse a negociar. Si nos apegamos al planteamiento que hace Trump, el solo hecho de haber sometido al joven líder, gracias a su «presión máxima», era ya en sí una gran victoria que muestra la eficacia de sus tácticas negociadoras. Gracias a él, la amenaza nuclear norcoreana había «desaparecido». No obstante,