De polarizaciones y la reforma al juicio de amparo

La política contemporánea ya no se organiza alrededor de ideas, sino de identidades. Ya no se vota, ni se debate con la cabeza, sino con el sentido de pertenencia. Defienden causas no porque las compartan y entiendan, sino porque creen que los definen. La discusión sobre la reforma a la Ley de Amparo fue una muestra clara de eso. Pocas veces en la historia reciente una modificación técnica del derecho había generado tanta pasión, tanto ruido y tanto miedo. En redes y en el Congreso, la pregunta dejó de ser si el cambio fortalecía o debilitaba los derechos de las personas; lo que importaba era otra cosa: de qué lado estabas. Si apoyabas la reforma, estabas a favor del pueblo. Si la criticabas, “defendías privilegios”. El amparo, por su naturaleza, nunca ha sido una cuestión de bandos. Es el mecanismo que permite que cualquier persona, independientemente de su filiación política, pueda enfrentarse al poder y sus excesos. Convertir su defensa en un campo de batalla ideológica es traicionar su espíritu. No se t