Debate

Aparte del nuevo formato, la buena preparación de los conductores y la impecable organización del INE, si algún reportero se hubiera atenido sólo al valor noticioso de la novedad al cubrir el segundo debate de los candidatos presidenciales, quizás hubiera destacado un dato que está en el cuerpo de buena parte de las crónicas, las notas informativas y los análisis y comentarios del día siguiente: José Antonio Meade reapareció en el primer plano de la narrativa de las campañas. “Revive”, consigna la cabeza de “El País”. “Tuvo anoche un mejor desempeño”, escribió el articulista estelar de un periódico mexicano: “fue más fresco, más enfático, más persuasivo”, agregó. En contraste, más allá de la anécdota de AMLO cuidando su cartera cuando se le acercó Anaya, o del efectismo de Anaya al exhibir las falsedades de AMLO como gobernante del DF, no hubo el domingo cambios noticiables en la actitud, el lenguaje o la actuación de estos dos contendientes. Ya se sabe que entre las metáforas más socorridas de las competenci