"¿Te quieres morir? Porque mi perro vale más que cualquiera de ustedes", amenazó el dueño de la granja "Les Entreprises Pitre" en Quebec, Canadá, a unos 200 jornaleros agrícolas, entre ellos, más de 50 mexicanos que viven en condiciones de virtual moderna esclavitud, abandonados por las autoridades mexicanas quienes presumen las virtudes del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), vigente desde 1974, entre los gobiernos de México y Canadá. Pedro, jornalero mexicano, oriundo de Veracruz, contó en entrevista con El Universal su caso en el llamado "Calabozo", la granja de transferencia donde las empresas enganchadoras o intermediarias envían como castigo o represalia a los trabajadores que se quejan de alguna violación a sus contratos, como puede ser la falta de pago, salarios incompletos, descuentos indebidos, hacinamiento o maltrato. "Una vez llevó el patrón un perro y entonces se subieron a la plataforma de un tractor, pero el perro se cayó. El dueño pensó que alguno de nosotros lo había tirado
Denuncian violencia laboral en Quebec, Canadá
"¿Te quieres morir? Porque mi perro vale más que cualquiera de ustedes", amenazó el dueño de la granja "Les Entreprises Pitre" en Quebec, Canadá, a unos 200 jornaleros agrícolas, entre ellos, más de 50 mexicanos que viven en condiciones de virtual moderna esclavitud, abandonados por las autoridades mexicanas quienes presumen las virtudes del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), vigente desde 1974, entre los gobiernos de México y Canadá. Pedro, jornalero mexicano, oriundo de Veracruz, contó en entrevista con El Universal su caso en el llamado "Calabozo", la granja de transferencia donde las empresas enganchadoras o intermediarias envían como castigo o represalia a los trabajadores que se quejan de alguna violación a sus contratos, como puede ser la falta de pago, salarios incompletos, descuentos indebidos, hacinamiento o maltrato. "Una vez llevó el patrón un perro y entonces se subieron a la plataforma de un tractor, pero el perro se cayó. El dueño pensó que alguno de nosotros lo había tirado