La violencia política es hoy una de las principales amenazas que enfrenta la democracia en América Latina. No se trata únicamente de asesinatos o atentados contra la vida de liderazgos sociales y políticos –aunque estos siguen cobrando vidas a un ritmo alarmante–, sino también de violencias menos visibles, pero igualmente perjudiciales: el uso del lenguaje agresivo para estigmatizar al adversario, los señalamientos infundados y la desinformación en redes sociales. Un reciente informe de la Acled (Armed Conflict Location & Event Data) documentó más de 680 incidentes de violencia contra funcionarios públicos durante el 2024 en América Latina y el Caribe, lo que posiciona a la región como la segunda más peligrosa del mundo para hacer política (solo superada por Asia-Pacífico). El 87 % de los casos se concentra en México, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, donde la violencia ha dejado de ser la excepción y se ha convertido en un patrón recurrente, especialmente en periodos pre-electorales. En Colombia, el recient
Desarmar el lenguaje, defender el pluralismo
La violencia política es hoy una de las principales amenazas que enfrenta la democracia en América Latina. No se trata únicamente de asesinatos o atentados contra la vida de liderazgos sociales y políticos –aunque estos siguen cobrando vidas a un ritmo alarmante–, sino también de violencias menos visibles, pero igualmente perjudiciales: el uso del lenguaje agresivo para estigmatizar al adversario, los señalamientos infundados y la desinformación en redes sociales. Un reciente informe de la Acled (Armed Conflict Location & Event Data) documentó más de 680 incidentes de violencia contra funcionarios públicos durante el 2024 en América Latina y el Caribe, lo que posiciona a la región como la segunda más peligrosa del mundo para hacer política (solo superada por Asia-Pacífico). El 87 % de los casos se concentra en México, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, donde la violencia ha dejado de ser la excepción y se ha convertido en un patrón recurrente, especialmente en periodos pre-electorales. En Colombia, el recient