En el próximo terremoto: ¿Qué tan vulnerables somos?

El 4 de noviembre de 1799, Alexander Von Humboldt fue sorprendido por una fuerte sacudida de tierra. El explorador se encontraba recostado en su hamaca en Cumaná, en la costa de lo que hoy es Venezuela, cuando la gente comenzó a correr despavorida. La ocasión era única para el científico quien, con cabeza fría, sacó su instrumental y comenzó a medir la onda sísmica. La sorpresa que experimentó quedó registrada en su diario: "Por primera vez debemos desconfiar de un suelo en el que durante tanto tiempo hemos plantado nuestros pies con confianza". Poco más de dos siglos después, el mismo escepticismo mueve el trabajo de sismólogos como Víctor Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica, quien junto con su equipo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en mancuerna con el gobierno japonés, busca comprender la llamada brecha de Guerrero, en México, una región en la costa del Pacífico donde se podría esperar que ocurriera un terremoto de mayores proporciones que el de 1985 (magnitud 8.1),