Esposas y macramé

La distancia entre izquierda y derecha en inclusión no es poca cosa ni anécdota: es estructural. Mientras una considera el reconocimiento a los derechos LGBTTTIQ+ como condición para la democracia, para la otra es concesión, ornamento e incluso provocación. Desde el lenguaje hasta el presupuesto, de la legislación a la representación pública, las diferencias son evidentes. Generalmente, los gobiernos de izquierda impulsan políticas de reconocimiento a la dignidad y especificidad de las vidas disidentes, los de derecha tienden a invocar una igualdad abstracta utilizada para diluir las diferencias antes que garantizarlas. Por eso no extraña que el matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de Género y los protocolos de atención a personas trans hayan surgido en territorios gobernados por la izquierda. Tampoco sorprende que la Ciudad de México sea el laboratorio más avanzado en términos legislativos, institucionales y culturales para la comunidad LGBTTTIQ+. En contraste, el discurso de la derecha sobre la dive