La balanza 2021

Diciembre es el único mes que tiene el superpoder de redimir el pasado y el presente; es el corte de caja, celebración, excusa y justificación, también la promesa y el propósito. Este mes es el coche que se aleja de la zona del caos y permite ver por el retrovisor, cada vez más pequeñito, todo aquello que dañó o perturbó, y luego, en un empujón de libertad, se abandona al año viejo y se abraza la incertidumbre del porvenir. Como pueblo, nos distingue nuestro espíritu festero, apasionado y explosivo, pero indulgente, aprendimos a encontrar dulzura en la desgracia, esperanza en el vacío de las palabras y refugio en la ciega veneración; para nosotros, diciembre es pecado y redención. El 2021 no ha sido cualquier cosa, ha resultado ser un segundo episodio de esta pandemia mortal y mundial, de rebuscados y nada alentadores resultados, que no ha dejado rubro o institución sin sacudir. Pero en este país de tan arraigados contrastes, ni el presidente “adalid de los pobres” o la pandemia, han logrado inclinar la bala