La terca realidad

En 1994 el Ejército, por instrucciones del presidente en turno, fue desplegado para sofocar la rebelión del Ejército Zapatista en Chiapas. Ese evento abrió una puerta que no se ha podido cerrar: la presencia de las Fuerzas Armadas fuera de los cuarteles. En 2005, como parte de un operativo que llevó por nombre México Seguro, tropas de las Fuerzas Armadas se situaron en diferentes ciudades del país, concentrándose especialmente en Tamaulipas, con la función de apoyar a la policía local en el combate a la inseguridad. Poco o nada cambió en el sexenio posterior, pues los elementos del Ejército y de la Marina siguieron en las calles, sin plazo para su retiro ni normatividad que los protegiera, como tampoco a la sociedad. Decir que era compleja la realidad que se enfrentó en 2018 —cuando la actual mayoría parlamentaria llegó al Senado de la República— sería un eufemismo. Ese año, según el Inegi, había 37 mil 297 personas laborando en la Policía Federal, y las policías estatales preventivas contaban con 110 mil