La Tierra no se celebra, se defiende

Cada año, el 5 de junio se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, y cada año abundan los discursos huecos, los árboles plantados para la foto y promesas que se marchitan antes que las hojas. Pero la Tierra ya no necesita aplausos. Necesita auxilio. Se está frente a una emergencia climática y ecológica sin precedentes. El planeta se recalienta. Los glaciares desaparecen. El aire se envenena. Los océanos se plastifican. Según el Índice Planeta Vivo 2024 del Fondo Mundial para la Naturaleza, las poblaciones globales de vertebrados silvestres (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) han caído en promedio un 73 % desde 1970. En agua dulce, el desplome es aún más alarmante: 85 % de reducción. Al mismo tiempo, el 40 % de las especies de insectos están en declive y un tercio están amenazadas de extinción, con tasas de desaparición hasta ocho veces mayores que en aves o mamíferos. La pérdida de biodiversidad ya es considerada una crisis ambiental global. Y, sin embargo, la indiferencia persiste. Se ha no