Las cárceles en pandemia

2020 marcó al mundo. El año que comienza deberá ser mejor, aunque arrastra los restos del año que se fue. En las cárceles del país, la de por sí dura realidad, fue todavía más compleja. El sistema, poco funcional, se confrontó de nuevo, con la gran lección de que, si solo se soluciona el problema superficialmente, esperando que no explote la olla, la olla eventualmente explotará. En muchos estados así fue. Las rebasadas cárceles del país —salvo excepciones—, que de por sí están soportadas con alfileres, no estaban ni medianamente preparadas para hacer frente a una emergencia sanitaria como la actual. Tratar de cerrar las puertas de las prisiones en marzo del año pasado fue prácticamente imposible. Las visitas conyugales son sagradas; el sistema cuenta con la comida que los familiares le llevan a sus seres queridos, ya que no tiene los recursos para subsanar el alimento del 100% de la población; y las cuotas de “mordidas” para entrar a ver a un ser querido forma parte de un sistema corroído. Prohibir de tajo l