Las últimas artesanas que tejen abanicos de palma

La butaca de madera tiene casi al ras del suelo a Julieta durante seis horas al día. Sus manos y pies sostienen las cintas pintadas, la destreza que le dan 54 años tejiendo la palma la llevan a terminar una pieza cada cinco minutos y su hija Soledad lo hace en menos tiempo. Ellas son las únicas de su casa que elaboran los abanicos artesanales típicos de la región que se obsequian en las fiestas para mitigar el calor; también son de las últimas seis mujeres de Juchitán que los fabrican. Julieta Luis Guendolay, de 69 años, asegura que la edad alentó su producción, pero aun así elabora junto con su hija alrededor de siete docenas de abanicos de palma al día, las cuales oferta a 100 pesos. En Juchitán, solo ellas, además de su hermana Antonia y su hija, y dos de sus vecinas realizan esta actividad artesanal. Nadie más se interesa en retomar el oficio o aprenderlo, aunque hace tan solo 10 años una docena de familias del barrio de Cheguigo se dedicaba a la fabricación de sopladores. En la casa de Julieta o Julia,