Límites del absurdo

El ambiente político se mueve entre una dualidad inusual: el regocijo y optimismo de muchos (55% de la población, encuesta trimestral GEA–ISA) y la preocupación de otros (25%). La algarabía es explicable tras un triunfo electoral de Morena tan amplio y contundente como el del 1 de julio. La preocupación, de quienes votaron y no votaron por AMLO, deriva de una serie de eventos por demás sorprendentes. Cabe destacar cuatro. Primero, la iniciativa de Martí Batres, presidente de la Mesa Directiva del Senado, para modificar la Ley de Aguas Nacionales, a fin de eliminar toda posibilidad de una supuesta “privatización” del agua. Este concepto fantasmagórico ha aparecido recurrentemente en relación con la problemática del agua en el país. Durante la administración de Enrique Peña Nieto (EPN) lo hizo con fuerza en varias ocasiones, al grado que logró descarrilar dos iniciativas, no suficientemente apoyadas por EPN, de una Ley General de Aguas, que diera cumplimiento al artículo 4 constitucional, donde se estableció el