Los centralistas

En México no se cuestionan las bondades del federalismo: como sistema de organización de los poderes públicos, evita la concentración del poder en un centro distante e irresponsable, permite la expresión política de las particularidades regionales, asegura una respuesta eficaz a demandas locales y promueve la participación democrática. Se afirma que si los mexicanos no gozamos con plenitud de los frutos del sistema federal es porque el nuestro ha sido un federalismo incompleto o defectuoso, cuando no ficticio. Mucho de esto es cierto. Sin embargo, puesto que las formas de Gobierno deben ser asunto de resultados y no de fe, si se piensa en reformar el sistema federal, conviene discutir qué esperamos de él para determinar las formas en que el diseño institucional asegurará estos objetivos. Se habla mucho de las raíces históricas del federalismo, como uno de los factores que hacen de éste la opción natural para México. Pero si se trata de construir una máquina que funcione dentro de las complicadas realidades