Los organilleros y el mono

Donald Trump seguramente pensó que podría iniciar su campaña de reelección presumiendo haber desnuclearizado a Corea del Norte, aislado y contenido a Irán y derrotado al “socialismo” en Venezuela, todo sin haber disparado un sólo tiro y obligando a los más recalcitrantes líderes a doblar las manos y negociar con él. En vez de ello, en semanas recientes han aumentado las posibilidades de una acción militar —limitada o más amplia— en cada uno de esos focos globales de tensión. Y en ninguno es ello más evidente que en el conflicto a cocción lenta con Irán. La gran paradoja es que esto se da con un presidente que ganó la elección prometiendo, entre otras cosas, desplegar tropas en el extranjero sólo por necesidad y no por vocación. El año pasado, Trump sacó a EU del acuerdo nuclear de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas más Alemania con Irán (JCPOA, por sus siglas en inglés) bajo el pretexto de que quería lograr un «mejor trato». Pero ha autosaboteado consistentemente esa po