Militarización: ¿negativa, nueva?

En el debate sobre lo que se ha dado en llamar proceso de militarización de México y para separarlo de la polarización de quienes dicen que no la soportan pero la promueven, hay que asumir que, conceptualmente, no significa una noción negativa ni peligrosa, y, operativamente, desde hace muchos años tiene vigencia en el país y no solamente aquí. La militarización ocurriría al permitirse o promoverse la participación del Ejército en seguridad pública. En México, los gobiernos de centro, derecha e izquierda han recurrido a esta práctica. Son tres las condiciones centrales. En primer lugar, se utilizan instalaciones y recursos humanos de fuerzas armadas en tareas de seguridad pública y en ausencia de conflictos externos. En segundo, su equipamiento y capacitación buscan compensar la heterogeneidad de las policías estatales y municipales: su impreparación, corrupción, ineficacia o cuestionado profesionalismo, con el objetivo de nivelar tácticamente la lucha contra ciertos grupos y prácticas delincuenciales. Y ter