¡Mujeres!

Pasó la Navidad entre charlas y alarmas. Se vivió como se pudo, en diverso recogimiento. Y ahora se avecina la noche de San Silvestre: puente hacia el año nuevo, que acaso traerá algunas novedades. Que sean buenas, se pide al gobierno y a quien haya que pedirlas. Esta Navidad no ha sido igual a las otras. Tuvo en su favor un mérito muy grande para quienes pudieron festejarla: el mérito de la supervivencia, y tuvo en su contra el dolor de quienes no llegaron al día 25. La pandemia hizo la diferencia; la pandemia y el fracaso en prevenirla y contenerla. Hay que celebrar a quienes se “partieron el pecho” para asegurarnos esa supervivencia, poniendo en riesgo o perdiendo la suya. Pero ahora no hablaré de todos: sólo de las mujeres que nos abrigaron con su esfuerzo, sin reposo. En otro tiempo (y en éste), ellas prepararon la cena del 24, animaron la velada, pusieron la mesa del 25, prescindieron de su sueño para que nosotros disfrutáramos del nuestro. Magníficas mujeres: madres y abuelas, hermanas y compañeras.