Niños jornaleros, sin esperanza en el campo

El lodo es la alfombra áspera y pegajosa sobre la que caminan los pies descalzos y maltratados de los niños; la zanja de riego agrícola ubicada en la orilla del campamento es su alberca, sus regaderas y el lavadero para sus madres. Son cerca de 150 niños jornaleros en los campos de Coahuayana, en el estado de Michoacán, condenados a vivir entre la miseria, pues sus padres se oponen a recibir ayuda de los gobiernos estatal y municipal. A 10 kilómetros de la cabecera municipal de Coahuayana, cerca de 300 campesinos migrantes establecieron un campamento construido de madera vieja y láminas de cartón, de éstos 148 son niños que trabajan en los campos de este municipio y al menos 90 son indígenas del estado de Guerrero. Del resto de menores, 26 pertenecen a familias migrantes de Colima; siete de Chiapas; cinco de Tabasco; cuatro de Jalisco; una de Zacatecas y 15 de otros municipios de Michoacán. Los jornales para niños y adultos inician a las 8:00 y terminan a las 17:00 horas. Según los propios migrantes, el munic