Nuevo federalismo

Ya quedó claro que las soluciones a los problemas del país no surgirán de las políticas públicas del gobierno federal sino de las capacidades, habilidades e inventiva de los gobiernos locales y de la sociedad civil. La estructura federalista del Estado mexicano definida por las élites decimonónicas, ratificada por los constituyentes de 1917, si bien nunca logró su plena realización por la praxis caudillista y autoritaria; cuya máxima creación fue la monarquía presidencial de los regímenes posrevolucionarios, sí logró asentarse en innumerables ordenamientos jurídicos. De esta suerte nuestra realidad política siempre ha estado jaloneada por una triple contrahechura: la cultura popular tiende al paternalismo, la cultura política está modelada por el presidencialismo centralista, la cultura jurídica es exquisitamente federalista. La transición democrática —1988-2000— no logró alinear lo político y lo jurídico. Algo se avanzó, pero sus iniciales frutos se pudrieron. De sus entrañas brotaron grotescos especímenes c