Oaxaca vuelve a la Corte

La historia suele hablar con símbolos. En 1855, un joven abogado zapoteca nacido en Guelatao, Oaxaca, tomaba posesión como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Años después, sería presidente de la República y autor de una de las reformas liberales más trascendentales del país. Hoy, a casi dos siglos de distancia, otro jurista de origen oaxaqueño, hablante de lengua indígena y defensor incansable de los pueblos originarios, encabezará el máximo tribunal del país: Hugo Aguilar Ortiz. Más allá de su biografía Hugo Aguilar representa un giro profundo en la fisonomía del Poder Judicial. Su llegada a la Corte no solo inaugura un nuevo capítulo en términos de inclusión y pluralidad, sino que podría marcar el inicio de una etapa donde la justicia deje de ser privilegio de élites urbanas para convertirse, por fin, en un bien común accesible para todas y todos. Las decisiones de la Corte, más allá del derecho, siempre han parecido ajenas a los pueblos, desconectadas de sus dolores cotidianos. En ese