Otoño de la democracia

En la democracia se han incrustado las semillas de su destrucción. Son las mismas que le impiden asentarse en profundidad; las que anquilosan las formas e instituciones que la impulsaron en el pasado y que hoy son diestramente usadas o manipuladas para evitar que vayan más allá, que trasciendan los límites impuestos por situaciones que ya desaparecieron. En México, una generación que vio en la democracia un fin en sí mismo o un medio para otros propósitos puso las bases para conseguir dos principios fundamentales del proceso democrático: garantías de elección y competencia, y condiciones para la autonomía de los ciudadanos. Tuvo éxito en lo primero al crear las instituciones electorales modernas y autónomas, pero fracasó en lo segundo, pues la convicción en la libertad para hacer valer la propia voz en la vida común no llegó al corazón de la mayoría. Esta ha preferido inmolarse en la indiferenciación del tumulto, el tesoro de los autócratas. Hoy en día este cierre mental opera contra las garantías de elecci