Otro campo es posible

A través de los años, los gobiernos en turno han intentado, sin el éxito necesario, alcanzar una solución de fondo para las necesidades existentes y de cumplimiento pendiente desde la Revolución. A partir de 1915, se trató de satisfacer las demandas revolucionarias a través de una reforma agraria enfocada en el reparto de tierras. Esta lógica cambió en 1992, cuando los esfuerzos gubernamentales se empezaron a centrar en la regularización y el ordenamiento de los derechos de la propiedad, un proceso que hasta hoy sigue inacabado, al no haberle brindado al campesinado un desarrollo con seguridad jurídica. Es imperante que las autoridades de los tres poderes que integran el Estado profundicen, aceleren y no dejen de lado los trabajos necesarios para que el campo mexicano pueda alcanzar su máximo potencial de manera ordenada, justa y equitativa. Para ello, en el Senado han elaborar una serie de propuestas, de las cuales destaca: 1. Garantizar la seguridad jurídica en cada uno de los regímenes de propiedad de la