Papel picado, lucha entre la tradición y la tecnología

En un pequeño taller en donde apenas caben dos mesas de madera, algunas cajas con materia prima y herramientas, pero también mucha pasión y creatividad, Pedro Morales Huerta junto a su hijo Pedro Morales, lucha para preservar la tradición de elaborar el papel picado de forma artesanal en el pueblo de San Salvador Huixcolotla, Puebla. En el pequeño cuarto de tabicón gris de unos tres por seis metros techado con láminas metálicas, nacen miles de pliegos de papel picado que adornan las festividades vinculadas al Día de Muertos, pero también poco a poco va decayendo el oficio que sucumbe ante el suaje y el láser, mecanismos de corte de papel que producen las decoraciones en masa, pues mientras padre e hijo crean 100 piezas durante una hora, en el mismo tiempo, aseguran, la maquinaria fabrica unas mil unidades, lo que provoca que los pequeños empresarios estén dejando de competir en el mercado. “Lamentablemente ha surgido mucha competencia en esto, con [los papeles picados] que fabrican en las máquinas, y últimame