Paredón, paredón

Enhorabuena por la democracia y enhoramala por su expresión corrupta: la demagogia. Platón y Aristóteles, extranjeros fifís de la Hélade, denunciaron esta degradación de la política. “Aduladores del pueblo”, se llamó a los demagogos. El traductor de Platón, Antonio Gómez Robledo, describió a la demagogia como régimen en “el que la licencia se da sin freno alguno y las improvisaciones se suceden a paso veloz. Es el reino del relajo, para decirlo a la mexicana”. ¿Sabemos algo de esto? Reitero: enhorabuena por la democracia. Aprecio sus formas y sus instituciones, entre ellas la consulta popular para resolver problemas relevantes. Por supuesto, no me refiero a consultas ilegítimas y desordenadas, a trompa y talega, con asambleas predispuestas, fraguadas para satisfacer pasiones. No faltan ejemplos. ¿Conoce alguno, amigo lector? Se planteó la iniciativa —espada vengadora que se esgrime contra el pasado, pero quebranta el futuro— de someter a consulta la justicia. ¡Nada menos! Quien inició este proceso arrojó la