Pasan las horas y nadie retira cuerpos

Despiadada y demoledora, la pandemia del Covid-19 se arrojó implacable contra Guayaquil, Ecuador. Por el olor a muerte, con cadáveres en estado de descomposición abandonados en las aceras, en las calles y avenidas o en las casas de sus parientes, ya enfermos, y con una población consternada y atrapada y sin salida por la propagación del coronavirus, las aves de rapiña se abalanzaron a la segunda ciudad más importante de Ecuador y su principal y estratégico puerto en el océano Pacífico. La ciudad-puerto, rostro emblemático de Ecuador y crucial centro económico, lucha por sofocar el más grave ataque en su historia contra la salud de sus aproximadamente tres millones de habitantes, en un golpe por el que colapsaron sus sistemas sanitarios y hospitalarios, así como sus servicios de socorro, emergencia y funerarios. “Todos estamos desesperados. Esto es muy doloroso”, dijo la ecuatoriana Kenia Navarro (19 años), residente del barrio Guasmo Norte, en el sur de Guayaquil, al narrar el drama por el azote del coronavir