¿Pena de muerte a agresores de mujeres?

“¡Pena de muerte!”, imploran. “¡Castración química!”, exigen. “¡Cadena perpetua!”, demandan. “¡Endurecimiento de las condenas!”, proponen. El menú para castigar a los culpables de las más variadas agresiones sexuales a niñas, adolescentes, jóvenes y adultas en América Latina y el Caribe está repleto de todo tipo de peticiones. Un enardecido coro surge con frecuencia en la zona como oleada temporal provocada por una sacudida social interna y externa por algún dramático caso con una de las modalidades de ataque a ese sector, con o sin saldo mortal, pero la tempestad pasa y, sin ninguna modificación legal profunda, lo único que crece sin cesar es la cifra de víctimas. El debate emergió luego de que en Colombia se confirmó que dos niñas indígenas fueron violadas por militares —una en septiembre de 2019 y otra en junio de 2020— y que 118 soldados de ese país son indagados por supuestos abusos sexuales cometidos desde 2016. En otra situación, una menor de cuatro años murió el pasado 4 de julio tras ser violada por