Promover espacios para el diálogo

Actualmente se asiste a una campaña política marcada por la incivilidad y la barbarie. Existen esfuerzos de algunos candidatos y liderazgos cívicos, así como de algunos árbitros y jueces electorales, para que la lid partidista se conduzca bajo las mínimas normas de la convivencia democrática; lamentablemente tales empeños no prosperan. Se ha impuesto la pasión destructiva, dominan los ánimos de aniquilación entre los competidores; el abuso de poder despliega acciones disolventes, atenta contra el desarrollo de un proceso electoral que merezca el reconocimiento de elecciones verdaderamente libres. A la espectacularidad vulgar y vacía muchos personajes postulados que han arribado a la contienda sin la menor formación política, se agrega la siniestra expansión del crimen como factor decisivo en buen número de municipios y regiones. En estas condiciones, el frenesí por las encuestas y por los pronósticos de los resultados que arrojen las urnas está de más. No quiero decir que éstos sean irrelevantes; importan —