Resistir, construir, transformar

La vida cotidiana es muy difícil para la gran mayoría de los mexicanos. La economía no crece lo suficiente, y el empleo es sumamente precario. Menos de 1% de la población ocupada en México gana más de 10 veces el salario mínimo, o sea 27 mil pesos al mes. En muchos estados vemos la fusión de autoridades y crimen organizado. En los doce últimos años las tragedias del asesinato violento y de la desaparición forzosa han enlutado a centenares de miles de hogares mexicanos. La forma en que está articulado el poder en México cobija y tolera el despojo. El despojo de tierras y de aguas a comunidades, el despojo laboral vía salarios miserables, el despojo de la vida misma. Se han perdido los linderos entre lo legal y lo ilegal. La dupla despojo/impunidad se ha vuelto trágicamente rutinaria en México. En las vísperas del cambio de gobierno, la delincuencia organizada multiplica sus embates. En amplias franjas de nuestra geografía el gobierno ha sido secuestrado por los poderes fácticos, tanto los “legales”, como los