Saber ganar

Si saber perder es una cualidad importante, saber ganar, lo es más. Perder un partido, y al final darle la mano a los del equipo contrario y decirles, como era costumbre en los llanos donde intenté ser un aceptable lateral derecho: “bien jugado”, cuesta trabajo. Hay juegos que uno pierde y otros en que el equipo contrario gana. Reconocer los errores cometidos que condujeron a la derrota o, en el otro caso, aceptar que los de la camiseta distinta jugaron mejor, es un aprendizaje que rebasa lo deportivo para colarse en la ética con la que se vive. Pero saber ganar tiene lo suyo en este aporte para fincar valores en todas las demás dimensiones de la existencia social: de la victoria, por un tanto o por goleada, surge de inmediato una sensación de superioridad a solo un paso de la soberbia sin retorno, como si no hubiera, en el futuro, otros juegos. Detener la burla; reconocer que quien perdió merece respeto (salvo los que golpearon con alevosía o intentaron hacer trampa); reiterar esa expresión de humildad qu